sábado, 7 de marzo de 2009

Hercules

Heracles o Hércules era hijo de Alcmena y Zeus. La historia de Alemea empieza con Perseo y Andrómeda, cuyos hijos reinaron sobre Micenas, Tirinto y Midea en Argos. Electrión reinó en Micenas, y su reinado se vio amenazado por una incursión de los tafios, que robaron su ganado y mataron a siete de sus hijos. El sobrino de Electrión, Anfitrión, encontró el ganado en los campos del rey de Élide y lo compró de nuevo. Cuando Electrión descubrió que se había padado de nuevo por su ganado, discutió violentamente con su sobrino: Anfitrión tiró su maza a una de las vacas y, accidentalmente, le dio a su tío y lo mató, o eso arguyó en su defensa. Fue juzgado corrupto por el crimen, y su castigo consistió en ser desterrado de Argos, además de prohibírsele tener relaciones sexuales con su nueva esposa, la hija de Electrión, Alcmena, hasta haber vengado la muerte de los siete hijos de su tío. Alcmena y Anfitrión se desplazaron hasta la ciudad de Tebas, donde el rey Creonte lo purificó de su crimen. Anfitrión no tardó en vengar la muerte de sus primos combatiendo con los tafios y derrotándolos. De pronto una noche, mientras su marido volvía a Tebas después de esa guerra, Alcmena yacía en la cama, preocupada por él y deseando que regresase sano y salvo. Alguien entró súbitamente con el mismo aspecto y la misma voz que Anfitrión, hablando sin cesar de la guerra, pero en realidad era Zeus disfrazado. Traía consigo una copa de oro y un desñumbrante collar también de oro, regalos de los dioses para la novia. Esa noche Alcmena concibió un hijo de Zeus. La noche siguiente su verdadero marido regresó finalmente de la guerra y compartió lecho con ella por vez primera, y ella concibió un segundo hijo. Nueve meses después dio a luz a dos mellizos: Heracles, hijo de Zeus, e Ificles, hijo de Anfitrión. Un día antes de que Alcmena fuese a dar a luz, Zeus había estado jactándose ante los otros dioses de que el niño que iba a nacer, descendiente de Perseo, reinaría sobre los demás descendientes de éste. Hera ya estaba consumida por los celos, y furibunda con Alcmena porque ésta había yacido con Zeus, y esas observaciones jactanciosas la llevaron a tomar la terrible decisión de vengarse. Fue a Argos, donde la esposa del rey Esténelo (otro de los hijos de Perseo) también estaba encinta, pero aún no debía dar a luz, y apresuró sus dolores de parto para que alumbrase a un prematuro, mientras prolongaba el parto de Alcmena, para que Heracles viniese al mundo después de lo que pretendía Zeus. De este modo, la predicción de Zeus se cumpliría con el pequeño Euristeo en lugar de con Heracles, y sería el primero el que reinaría en Micenas y Tirinto en Argos, y el hijo de Zeus se vería obligado a servir a Esténelo hasta haber llevado a cabo exitosamente doce trabajos formidables.
- INFANCIA DE HERCULES :
Alcmena dejó a sus hijos recién nacidos solos en su cuna unos instantes. Cuando regresó a la habitación, vio perpleja cómo dos serpientes se disponían a hincar sus colmillos en la cara de los niños. Alcmena se abanlanzó sobre ellas, dispuesta a interponerse entre las serpientes y sus retoños, pero antes de que pudiera llegar a la cuna, Heracles ya las había agarrado, una con cada mano, y las estaba estrangulando. Esta fue la primera de muchas ocasiones en que Hera trató de matar a Heracles, y también la que le procuró la gloria por ser su primera hazaña. El nombre de Heracles significa Gloria de Hera en griego, y no parece un nombre demasiado afortunado teniendo en cuenta la aversión que la diosa sentía por él. Hay quien piensa que, originalmente, Heracles era hijo de Zeus y Hera, y que las historias de ese odio fueron invenciones posteriores, pero acaso el término gloria en su nombre indique tal vez la gloria con que Hera lo cubría, una y otra vez, enviándole tantísimos monstruos a los que vencer. De niño, Heracles tenía un carácter indomable; tuvo muchos tutores, y a pesar de que disfrutaba aprendiendo las artes de la guerra, no soportaba al tutor que trataba de enseñarle a leer y escribir. Un buen día, agredió a su maestro, Linus, con la primera arma que encontró a su alcance, la silla en la que estaba sentado. Cuando ese arranque de mal genio llegó a oídos de su padrastro, Anfitrión, éste pensó que le convendría pasar algún tiempo en las montañas pastoreando los rebaños de ovejas. Poco después, Heracles oyó hablar a los pastores de un león que atacaba al rebaño en el monte Citerón y en el monte Helicón. Pertechado con un garrote y un tronco de acebuche que arrancó de cuajo del suelo, mató al león sin problemas. Cabe la posibilidad de que fuese éste el león con cuya piel suele aparecer Heracles, alrededor del cuello, y cuyas fauces emplea como yelmo.

1 comentario:

Rosa dijo...

Cristina me ha gustado mucho .Que responsable te estás volviendo